domingo, 15 de mayo de 2016

Cervantes y el Mediterraneo

Cervantes y el Mediterráneo


Querido Letrilazarillo, como es sabido, los mejores años de la vida de Cervantes estuvieron marcados por las diáfanas o tempestuosas aguas del mar Mediterráneo ora como soldado inmerso en los violentos ejercicios de la guerra, ora como cautivo encandilado por “las levantadas olas” percibidas desde Argel. En efecto, Cervantes no solo fue soldado de Infantería terrestre sino también ─y principalmente─ soldado de marina.
“Las horas más intensas de su vida las ha pasado Cervantes navegando, como Ulises, con los mismos mares que Ulises, con los mismos azares ─o mayores─ que Ulises”─ son palabras de Azorín. Cabe incluso imaginar que el Mediterráneo fue una patria para Cervantes. Una patria que lo recibiría con el bautizo de fuego de la Batalla de Lepanto, pero que también le brindaría nuevos horizontes, como la visión del mar Tirreno, del Adriático y del Jónico y el hallazgo de las islas meridionales: Sicilia, Malta, Cerdeña y Pantallearía, entre otras.
Justamente, tanto la carrera militar como la ficción literaria del futuro autor de Don Quijote se desarrollaron en las fronteras entre el Islam y la Cristiandad en el Mediterráneo del siglo XVI. Conjuntamente, la obra de Cervantes fue influida de manera fundamental por su cautiverio en el Norte de África entre 1575 y 1580.
El mar adquiere una función vital en la creación cervantina, desde La Galatea hasta el Persiles, cuyos dos primeros capítulos transitan casi siempre por ambientes marinos. Como ha afirmado Astrana Marín, quien lea en esta novela las descripciones del sortilegio imponderable del mar ─ “mar sesgo, viento largo, estrella clara”─ no puede dudar del hechizo que ejerció el mar sobre Cervantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario